lunes, 25 de octubre de 2010

Ególatra

Comentaba en la tarde que las acciones buenas nunca (ahí voy a generalizar otra vez) son desinteresadas. Que hay gente falsa e hipócrita que las hace por recibir reconocimiento y admiración, sí. Pero no me refiero a esas personas, ni quiero decir que todos sean de ese estilo.

Lo que quiero decir es que cuando haces una cosa buena, te queda la satisfacción de haberlo hecho. De entrada, ahí hay una recompensa. No se siente lo mismo cuando te lo agradecen con una sonrisa en el rostro, con los ojos humedecidos... a que simplemente te volteen la cara y no te digan nada. Niéguenme que en la segunda situación uno no se sulfura un poco y dice, "Pues chingatumadre... éso me saco por andar de buena gente."

Entonces... ¿es nada más por esa recompensa? Tampoco. En esta vida hay demasiadas cadenas, el chiste es escogerla y no que nos sea impuesta. Si creemos en la vida después de la muerte como premio al buen comportamiento, es una cadena. Y de alguna manera, el miedo al "fuego eterno" nos lleva a evitar las malas acciones y buscar hacer el bien como una manera de asegurarnos nuestra estadía en el hotel 5 estrellas que sería el Cielo. No sé ustedes, pero yo no le veo el mismo mérito el hacer las cosas por bondad natural a hacerlas por el temor al castigo.

Todo ésto lo pensé porque creo que el publicitar nuestras buenas acciones en redes sociales les resta valor. Si voy a África, Durango, Zacatecas, Linares, o a la Coyotera a hacer algo de labor social/apostólica/evangélica... chido, bien por la raza que lo hace. Yo en lo personal siento que el andar publicitando esas cosas más que inspirar a la gente a "seguir nuestros pasos" es inspirar a esta gente a que digan "mira, qué buena gente es." Quid pro quo, no es de a gratis ni es desinteresado.

Habrá quien defienda estas actitudes como promoción, como inspirar mediante el ejemplo. Sí sí, las palabras convencen pero el testimonio arrastra. Y sí, yo creo que arrastra todavía más cuando NO se busca dar ese testimonio. No inspira lo mismo un Bono mediatizado que una Madre Teresa que su testimonio se propagó sin buscarlo.

No estoy de acuerdo, pero creo que es inevitable. Yo, que muchas veces soy el juez más crítico conmigo mismo y con los demás, creo que no hay alternativa.

Por ejemplo... Si no me importara a mi lo que la demás gente piensa de mi, no me expondría. Si no quisiera que la demás gente supiera lo que pienso, no lo expondría. Si de verdad no me importara tener 5 seguidores en Twitter o que nadie supiera de mi blog, a nadie le diría ni lo pondría en ningún lado. Borraría los rastros, escondería las huellas... o escribiría en un archivo de Word.

Al final del día, escribo para que me lean. Y así todos, hacemos las cosas para que nos vean. Nadie disfruta pasar desapercibido, por más que lo juren. Queremos ser admirados, queremos ser respetados, queremos cercanía.

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