lunes, 19 de octubre de 2009

Por lo menos intentémoslo

La Academia define la palabra Hermenéutica como: “El arte de interpretar textos y especialmente el de interpretar los textos sagrado.” Si echamos mano del tiempo encontraremos que dicha palabra proviene del latín interpretatio, del verbo interpretor, que significa: “servir de intermediario”, venir en ayuda de; y en este último sentido, por extensión, “explicar”.

Cuando menos lo pienso me doy cuenta que yo al igual que muchos de mis semejantes ignoramos que no hay un sólo momento en el que no interpretemos; todos los días de nuestra vida estamos condenados a explicar o declarar el sentido de lo que somos parte. Y de qué somos parte sino de algo como el universo, y como el universo, muy pocas cosas.

Ahora bien, ¿Bastará dicho concepto para vislumbrar los alcances de la palabra en cuestión? Sin lugar a dudas, lo vasto que puede llegar a contemplarse la actividad de explicar o declarar el sentido de algo es inimaginable, de ahí entonces que sea primordial afirmar que no es interpretar.

Interpretar no es: Crearse una concepción del mundo adecuada a nuestros pensamientos, tratar de entender a nuestra conveniencia determinada situación, leer entre líneas, ir a un diccionario para tratar de desmenuzar concepto por concepto, dentro de algo específico, y de esa manera realizar la suma de las partes y entender el todo.

Interpretar se relaciona con lo esencial, que a la vez es lo más sencillo, por lo menos en apariencia.

Dentro del proceso de la interpretación existe una corresponsabilidad, o bien una responsabilidad entre los involucrados. Me es pertinente citar uno de los párrafos más lindos escritos por Octavio Paz dentro de su laberinto de la soledad para reafirmar lo recién plasmado… “El primer deber del escritor, nos dice, estriba en la fidelidad al lenguaje. El escritor es un hombre que no tiene más instrumentos que las palabras. A diferencia de los útiles del artesano, del pintor o del músico, las palabras están henchidas de significaciones ambiguas y hasta contrarias. Usarla quiere decir esclarecerlas, purificarlas, hacerlas de verdad instrumentos de nuestro pensar y no máscaras y aproximaciones. Escribir significa una profesión de fe y una actitud de fe que trasciende al retórico y al gramático”

Interpretar evoca un proceso intelectual en dónde se vierte nuestra vida misma, desde el momento en que crecemos entre palabras, nos condenamos a hacer de esas palabras instrumentos que nos atrapan y pueden llegar a hacernos prisioneros, lo primero entonces es salir de su jaula. Leer es leernos frente a las palabras, añade Reyes-Heroles.

Vayamos entonces poco a poquito compartiendo responsabilidades y asumiendo las mismas, esclareciendo, perdonando y perdonándonos, liberando y amando a nuestros semejantes. O por lo menos intentémoslo…

Adendo: Agradezco a uno de mis mejores amigos por acompañarme a iniciar (una vez más) uno de nuestros tantos proyectos.

lunes, 12 de octubre de 2009

Comienzos

Hablar de comienzos es hablar de algo conocido por muchos pero pocas veces comprendido en toda su magnitud, porque es hablar de finales también y de nuestros esfuerzos desmedidos por postergarlos indefinidamente. Parecería algo dicho por Yogi Berra por lo simplón y obvio, pero para que algo comience otra cosa debe de terminar. Y viceversa.
Que la vida es una serie de ciclos repetitivos es algo obvio. Y sin embargo, también nos negamos a aceptarlo al 100% porque queremos creer que a pesar de que todo sea igual, nuestra vida es completamente diferente a la de los demás.
Y sin embargo, algo tienen de romántico los inicios que siempre los buscamos. Un comienzo es borrón y cuenta nueva. Todo lo regado, lo cagado, lo reído, lo vivido… se queda en lo más recóndito de nuestro ser y solamente ahí. Como ya dije, siempre habrá inicios y finales formando parte de un mismo círculo, y sin embargo, para nosotros tienen gran trascendencia porque son nuevas oportunidades.
Si vas a empezar una relación amorosa, en esta ocasión podrás evitar los errores de antes, el entregarte por completo, el no entregarte lo suficiente, la falta de detalles, la abundancia de los mismos, la inmadurez, la frialdad.
Si vas a cambiarte de carrera, ahora sí será el momento para cambiar tus actitudes de estudio. Aplicarte en las tareas, poner atención en clase, tomar notas, ser participativo, hacer más de lo esperado. O al contrario, disfrutar los beneficios de una vida de preparación académica sin el lastre de la responsabilidad de ganarse el pan con el sudor de la frente. Llegar tarde a clase, llegar borracho, estudiar un día antes del examen, copiarse las tareas, cotorrearse a las chavitas de nuevo ingreso, o tomarse un puente de asueto nomás porque sí.
Si te gusta el deporte en general, una temporada nueva es comenzar de cero y no se cobra por soñar. No importa que el año pasado el equipo de tu preferencia haya sido el peor de la liga… éste puede ser el año, ¿por qué no?
¿Quién no ha soñado con irse a vivir a otro lado en el que seas un desconocido y puedas rehacer tu vida? Atreverse a cambiar la personalidad y la identidad de uno mismo en tu ciudad requiere de mucho esfuerzo y algo de valentía. No es garantía de que sucederá si al fin llega ese cambio de ciudad, de país, de ambiente… pero está la bendita posibilidad que es lo atractivo de irse. Cambiar el entorno para cambiarse a sí mismo.
Y sí, en ocasiones hay sorpresas. Pero generalmente, ocurre lo que generalmente (valga la rebuznancia) ha ocurrido. El enamorado torpe seguirá siendo torpe, el gañán va a ser aprovechado, el burro no se va a esforzar, el estudioso/nerd va a ser enfocando todas sus energías en el estudio, y los Tigres y los Rayados difícilmente saldrán campeones este año.
Y algo que es muy difícil de cambiar es la propia esencia, simple y sencillamente por el miedo a desconocernos.
¿A qué viene todo esto? A que éste es el primer “post” de un nuevo blog. Hace muchos años empecé con esta modita aunque nunca ha sido algo de éxito notorio por diferentes circunstancias. Dejé de escribir porque vi en lo que se había convertido mi antiguo blog y lo convertí en algo ocasional y mucho más privado. No soy fanático de escribir ni de contar mis sentimientos ya, por éso pretendo que este blog no se convierta en un diario, ni en un paño de lágrimas, ni en un costal donde descargar mis corajes. Sin embargo, con mis antecedentes…
Esperemos que no ocurra lo que generalmente ha ocurrido.
Bienvenidos.